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Mientras el Gobierno mira a otro lado, Antioquia convierte la educación en prioridad.

Educación contra el abandono


Foto: Cornare.
Foto: Cornare.

En Colombia hay departamentos que han decidido no rendirse, incluso cuando el Gobierno Nacional les da la espalda. Antioquia es el mejor ejemplo de esa rebeldía constructiva. Mientras el Gobierno Petro concentra sus discursos en la Plaza de Bolívar y en la confrontación política, los pueblos y veredas antioqueñas han demostrado que la educación es la verdadera revolución.


Hoy, Antioquia muestra avances palpables en materia educativa: más cobertura en zonas rurales, mejores procesos de formación docente y proyectos de infraestructura que acercan la escuela a comunidades históricamente olvidadas. Y lo más admirable es que esto no ha sido gracias al Gobierno Nacional, sino a pesar de él.


Las cifras son contundentes: de las 4.539 sedes educativas que tiene Antioquia, el 87 % (3.929) son rurales. Allí, donde los caminos de herradura marcan la rutina y la escuela es muchas veces el único símbolo de Estado presente, apenas 3 de cada 10 niños logran culminar su ciclo escolar. Esa es la radiografía del abandono histórico que el Gobierno Petro no ha sabido enfrentar.


El abandono de la Nación es evidente. El centralismo bogotano ha dejado a Antioquia a la deriva, obligándola a recurrir a la empresa privada, a fundaciones educativas, a la cooperación internacional y a líderes visionarios que entienden que la transformación empieza en las aulas. Gobernantes regionales, alcaldes locales y rectores han demostrado que cuando la política nacional falla, la voluntad y cooperación territorial se convierte en la única tabla de salvación.

Las montañas antioqueñas guardan historias de comunidades donde los niños caminan horas para llegar a la escuela, y aun así no se rinden. Hoy esas mismas veredas empiezan a ver llegar la conectividad, la dotación escolar y programas que forman a los maestros con nuevas pedagogías. No por el Ministerio de Educación, sino porque Antioquia ha decidido que sus hijos no serán condenados al atraso por la negligencia de un gobierno ausente.

Antioquia se ha convertido en un laboratorio de resistencia educativa. Allí, los discursos populistas no alcanzan a tapar la realidad: cuando se apuesta en serio por la educación, la región progresa. Es gracias al esfuerzo de sus propios habitantes, de empresarios comprometidos y de líderes territoriales que Antioquia sigue avanzando.


El mensaje es claro y poderoso: cuando el Gobierno Nacional abandona y el Ministerio de Educación mira hacia otro lado, la educación antioqueña florece desde abajo. Esa es la verdadera lección que Antioquia le está dando al país: que el futuro no puede depender de caprichos presidenciales, sino del compromiso de una región que entiende que sin educación no hay desarrollo ni dignidad.


Profes al Aula.


 
 
 

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