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Foto del escritorElkin Pelaez

Sorpréndase ¿Los jóvenes no consideran la violencia machista como un peligro?

Un profundo análisis de la activista feminista Pamela Palenciano sobre educación y violencia machista


Fotografía Educacion 3.0


La activista feminista Pamela Palenciano lleva a las aulas la dura realidad de la violencia machista entre los adolescentes con una obra de teatro específica para ellos. Hablamos con ella sobre esta lacra y cómo educar y acompañar a los estudiantes desde casa y los centros educativos.


La actriz, comunicadora y activista feminista Pamela Palenciano sufrió violencia machista por parte de su pareja durante seis años cuando tan solo era una adolescente. En el año 2003, con el objetivo de compartir y explicar cómo se siente una mujer víctima de maltrato puso en marcha el proyecto ‘No solo duelen los golpes’: primero con una exposición fotográfica, después con un taller de prevención de violencias machistas para adolescentes y años más tarde a través de una obra teatral que ha cosechado un gran éxito y que todavía sigue representando en numerosos centros educativos. Gracias a este monólogo, introduce a los jóvenes en la violencia machista y los estereotipos de género que la siguen alimentando. 

Para acercarse más a ellos, Palenciano adapta la obra según el tipo de vocabulario y la forma de comunicarse de los jóvenes y siempre con un único objetivo: que reflexionen de forma crítica acerca de esta problemática. No obstante, desde hace unos años la activista cree que la perspectiva de los adolescentes ha cambiado y que el mensaje sobre la violencia machista ya no les llega tanto. Un problema que, en su opinión, necesita de formación, de redes educativas y de transformación del amor romántico, entre otras cuestiones.





Pregunta: Un estudio de la Fundación ANAR indica que la violencia de género entre adolescentes se ha disparado un 90% en los últimos cuatro años. ¿Cuáles cree que son las principales causas?


Respuesta: Por un lado, la violencia se está denunciando más y eso hace que también se visibilice más. También ha habido un retroceso en la formación sobre qué es la violencia machista debido sobre todo al discurso de la ultraderecha neoliberal y de muchos youtubers que la niegan por completo: han pasado de nombrarla violencia machista, que hace cinco años estaba claro que lo era, a que ahora se llame relación tóxica. Igualmente, los adolescentes siguen consumiendo contenidos creados por adultos que están enmarcados en una relación de amor romántico que sigue siendo la misma que hace 50 años y, aunque ha cambiado la forma, el trasfondo es exactamente el mismo.

Por otro lado, también tiene que ver con un cansancio profundo de hablar de feminismo como una obligación, es decir, como si fueran matemáticas, y aunque hacemos lo que podemos desde los movimientos feministas, el discurso del gamer, streamer o youtuber que les entretiene también les adoctrina y les deja mensajes que les impactan mucho más que el discurso feminista. De esta forma, hace que el comportamiento de la violencia machista, tanto para ejercerlo como para recibirlo, se normalice hasta el punto de: “esto no es machismo, es que él es así” o “esto que hago no es machismo porque yo a ella no le pego”. 


P: ¿No hay suficiente conciencia sobre los peligros de la violencia machista entre los jóvenes? ¿Por qué?


R: Aunque existe conciencia de la violencia machista entre los jóvenes, lo que no ven son los peligros de la misma porque cuando tú eres adolescente el peligro no lo ves por ningún sitio. Ni en esa moto en la que te montas ni cuando consumes drogas o te metes en relaciones problemáticas. La violencia machista es una más de las cosas que de forma inconsciente no la consideran como algo peligroso. Es más, como decía anteriormente, hay tal hartazgo sobre lo que se les ha dicho qué es la violencia machista que los propios jóvenes son los primeros que comentan que “eso a mí no me va a pasar” o “que a mí un chico me levanta la mano y le parto la cara” porque ellos consideran que la violencia es solo eso. Les da más miedo el consumo de drogas que una charla sobre la violencia machista que va más allá de los golpes, que trate sobre la manipulación, la dependencia… porque no lo ven como algo peligroso.



P: ‘No solo duelen los golpes’ es su monólogo sobre violencia machista que ha representado en multitud de institutos. ¿Cuáles son los principales problemas de los jóvenes relacionados con esta lacra? 


R: Desde que comencé a hacer el monólogo hace 20 años he visto que se genera un antes y un después en los jóvenes, de darse cuenta de muchas cosas, y aunque está centrado en mi historia, trato de bajar a toda la complejidad que implica hablar de violencia machista, que no es solo el ciclo de la violencia o el maltratador y la víctima, sino de todo lo que implica una relación de violencia en la adolescencia. 


Así, los principales problemas son que el mensaje sobre la violencia les ha cansado, tanto a chicos como a chicas (sobre todo a chicos), y también el mensaje feminista en general. Yo misma he revisado mi monólogo de hace 10 años a como lo hago ahora y sí he cambiado muchas cosas: me he ido adaptando a los jóvenes para que el mensaje les llegara más y no echarle la culpa del no querer saber cuando no es así. Por otro lado, la violencia machista se sigue minimizando en el contenido audiovisual que consumen, tanto en TikTok como en series y películas porque los estereotipos de género no se han movido tanto, es decir, sí que se le ha dado a la chica un lugar desde la mirada patriarcal masculina para poder empoderarse haciendo ‘cosas de chicos’ pero al revés no tanto. La feminidad sigue siendo lo vulnerable, lo débil y lo aburrido. 

"A los jóvenes les da más miedo el consumo de drogas que una charla sobre la violencia machista que va más allá de los golpes, que trate sobre la manipulación, la dependencia… porque no lo ven como algo peligroso"

P: ¿Cómo suelen actuar los adolescentes durante la representación del monólogo?

R: Aunque suele haber una respuesta positiva por su parte, desde hace cinco o seis años he notado un cambio profundo relacionado con la negación sobre la violencia machista. También la manera que actúan últimamente durante el monólogo es bastante agotadora (hace poco una chica me sacó el dedo durante una actuación), con miradas que increpan y que intimidan. Dura unos 90 minutos y ahora me cuesta más meterlos en la historia. Una de las cosas que me he cuestionado mucho es cómo llegar a la gente adolescente, cuál es el mejor camino para ello, qué ha pasado con nosotras como movimiento teniendo en cuenta el discurso antifeminista y de rechazo actual. Y es que hace 20 años había algún estudiante que se incomodaba, pero ahora es mucho peor porque muchos chicos han comprado el mensaje de que en el feminismo el hombre es el malo, por lo que hay que seguir cuestionándose muchas cosas. 



P: Ha recibido en numerosas ocasiones insultos y amenazas por llevar su actuación a los centros escolares. ¿A qué cree que se debe este ‘boicot’ que algunas personas emprenden contra las actividades dirigidas a concienciar sobre cuestiones como la violencia de género o sobre el colectivo LGTBI? 


R: Tiene que ver con un mundo que no se quiere mover y es el mismo de los que consideraron que el feminismo era solo ‘pegar cuatro gritos’, pero cuando en 2018 se llevó a cabo la huelga de mujeres y esas manifestaciones tan multitudinarias es cuando se produjo un miedo atroz y comenzaron con los discursos (y también los lobbies) para acabar con el movimiento feminista. A mí me han atacado mucho porque al trabajar con menores me han considerado peligrosa por hacerles pensar y que puedan cambiar su forma de ver la vida. A día de hoy sigo recibiendo boicot y hay muchos lugares y comunidades en los que no puedo o no quiero trabajar. En muchas ocasiones ha sido muy sútil, comentándome que ya tienen otra actividad programada o que no recuerdan haber hablado conmigo. Todo esto te genera problemas porque no entiendes la cancelación y el qué habré hecho mal.

Tengo una hija adolescente y un hijo pequeño, y ellos también hacen lo que ven en el sistema. Seguramente les influya más lo que vean en Netflix que lo que les digo yo, así que si como padres no confiamos en las personas, que además de los docentes, les puedan enseñar valores para ser mejores adultos, los pequeños crecerán ‘encerrados’ en sus propios valores y de ahí surgen cosas como el invento del pin parental, por ejemplo. 

P: ¿De qué forma conciben los jóvenes las relaciones en la actualidad? ¿Cuáles son las diferencias con las generaciones anteriores?


R: La juventud ha cambiado muchísimo la forma en la que concibe las relaciones en la actualidad. De hecho, el tema del compromiso no lo llevan bien, no hay tantas ganas de comprometerse y en parte es por lo que hacemos los adultos. Si les hemos dado relaciones rápidas y consumismo atroz, la juventud responde. Es cierto que se ha avanzado en muchísimas cosas relacionadas con la libertad y el empoderamiento, pero también hay algo parecido a lo que ocurría en los 70 y 80, de “si estoy contigo es para siempre” porque el mito del amor romántico no ha cambiado ni se ha movido tanto. Realmente es contradictorio porque no creen tanto en el amor pero si sus padres se separan se les cae el mundo.   

"Hace 20 años había algún estudiante que se incomodaba durante el monólogo, pero ahora es mucho peor porque muchos chicos han comprado el mensaje de que en el feminismo el hombre es el malo, por lo que hay que seguir cuestionándose muchas cosas"

P: ¿Cuáles son las principales señales que pueden alertar a las familias o los docentes de que una adolescente está siendo víctima de maltrato?

R: Yo empezaría por los signos que pueden alertar a la familia del chico heterosexual que violenta. Por ejemplo, cuando el joven realiza ciertos comentarios sobre las mujeres, sobre lo femenino o la sexualidad, sobre cómo van las mujeres hoy en día o si está todo el tiempo pendiente de su novia y se pregunta constantemente por qué no le contesta… Hay que saber cómo acompañar al joven que ya está intentando manipular y agredir a su pareja porque si solo las empoderamos a ellas, ellos creerán que después de una vendrá otra y que no hay ningún problema.


En el caso de las chicas, hay señales que las familias podemos ver como que nuestras hijas empiezan a perder amigas con comentarios despectivos hacia ellas (“mis amigas ya no me quieren como antes”), que pasan más tiempo enfadadas, que ocultan mucho más las cosas, dejan de hacer actividades que antes sí hacían e incluso se pueden producir cambios en el cuerpo o la alimentación. Como familias, más que prohibir hay que acompañar, no es evitar que tu hija o tu hijo enfrente o ejerza la violencia machista sino acompañarlo pidiendo ayuda a profesionales porque como padre o madre no se suele ser objetivo y se entra en pánico rápidamente. Por eso es muy importante generar redes de educación y de transformación del amor romántico para verlo de otra manera.


P: Una vez detectado, ¿cuáles serían los pasos a seguir por el docente o el centro educativo? 


R: De la forma más amorosa y no punitiva posible porque eso hace que el adolescente se aleje. Hay que ver cada caso particular, que haya patrones de violencia machista y ver qué tipo de familia acompaña al chico o a la chica porque si la familia no aporta o no ayuda genera mucho rechazo en los jóvenes. El centro educativo tiene que ir con mucha cautela y darles su tiempo. Para ello, la escucha activa desde el acompañamiento, sin victimizar ni señalar, y la formación en educación emocional es fundamental porque en los centros a veces se observan cosas que las familias no ven. 


P: Díganos tres actividades que se pueden realizar en el aula para hablar o, incluso, detectar violencia de género entre los jóvenes.


R: Como lectura en el aula recomiendo mi libro ‘Si es amor no duele’ (Alfaguara) y que tiene mucho que ver con mi monólogo. Por otro lado, las canciones ayudan muchísimo ya que se pueden analizar las letras de forma conjunta y, por supuesto, los recursos educativos que se encuentran en la página web del Ministerio de Igualdad o de otras formadoras como Marina Marroquí, ‘Psicowoman’ o Laura Aparicio ya que los estudiantes siempre están más abiertos a escuchar si son personas externas al aula.


 

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