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¿Qué celebramos si el maestro se muere esperando atención médica?

¡No sabemos que es lo que celebra el Ministro!

Mientras el Ministerio de Educación emite comunicados celebrando a los “constructores de paz” en el Día del Maestro, en la realidad los educadores en Colombia enfrentan una crisis humanitaria en su sistema de salud. Resulta indignante que, mientras se les rinden homenajes simbólicos y se aplaude su vocación, se les esté condenando a la negligencia, la espera indefinida por tratamientos médicos y, en muchos casos, a la muerte. La contradicción entre el discurso oficial y la realidad vivida por los docentes no solo es evidente, sino alarmante.


El reciente pronunciamiento de FECODE sobre la pérdida de más de 2 billones de pesos en el sistema de salud del magisterio debería haber sacudido los cimientos del Gobierno nacional y al menos haberles dado verguenza.

Sin embargo, la respuesta ha sido tibia y evasiva. Mientras los recursos desaparecen en medio de la opacidad y la corrupción, los maestros —esos que sostienen la escuela pública con su vocación— padecen enfermedades sin atención, sufren por medicamentos que nunca llegan y mueren en la burocracia de un sistema fallido. ¿Dónde está la rendición de cuentas? ¿Dónde están los responsables?




La salud del maestro no puede seguir siendo un daño colateral del abandono estatal. Esta es una crisis política, no solo administrativa. La vida del educador no puede valer menos que un eslogan institucional o un acto protocolario con flores y discursos vacíos. Celebrar al maestro mientras se ignora su sufrimiento es una forma perversa de violencia simbólica: una palmada hipócrita en la espalda mientras se le clava un puñal en silencio.


Este 15 de mayo, más que felicitaciones, los maestros exigen justicia. El gobierno debe dejar de maquillar con comunicados lo que en los hospitales, clínicas y funerarias ya es inocultable. La verdadera paz que construyen los docentes comienza por garantizarles vida digna, atención médica oportuna y un sistema que los respete como seres humanos. Si no hay voluntad política para cambiar esta realidad, entonces no hay nada que celebrar. Solo duelo. Solo vergüenza.


Profes al Aula.

 
 
 

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