EL APRENDIZAJE BASADO EN EL PENSAMIENTO
El Aprendizaje Basado en el Pensamiento (TBL) es una metodología activa que transforma la manera de educar en los centros: fomenta un aprendizaje más eficaz en el que los alumnos razonan y desarrollan la capacidad de pensar de forma crítica a la hora de enfrentarse a diferentes retos, tanto en el ámbito
educativo como en su vida cotidiana.
El Aprendizaje basado en el Pensamiento o ‘Thinking-Based Learning’ (TBL) es una metodología activa que permite a los estudiantes desarrollar habilidades como el pensamiento independiente, la capacidad comunicativa, la toma de decisiones, el razonamiento, la escucha activa, la empatía, la metacognición y la recopilación de datos a través de los sentidos. Este método pedagógico surgió a raíz del estudio sobre el pensamiento que realizaron en la década de los 80 los máximos referentes del TBL, Robert Swartz y David Perkins. Estos expertos norteamericanos llegaron a la conclusión de que existían cuatro errores básicos que cometen las personas cuando se enfrentan a diferentes situaciones cotidianas como son: tomar decisiones, resolver problemas, comparar y contrastar información o explicar causas. Observaron que a la hora de llevar a cabo estas tareas, lo habitual era que los pensamientos fueran precipitados, poco claros y desorganizados.
Para mejorar esos procesos, Swartz desarrolló el Aprendizaje basado en el Pensamiento, junto con la profesora y divulgadora Sandra Parks, con el que los alumnos realizan una serie de preguntas cuando reciben una información, con el objetivo de razonar y llegar a una conclusión por ellos mismos. Por ejemplo, Swartz explica que, por lo general, se suele enseñar en el aula el cuerpo humano como un todo y sus diferentes partes, pero no se llega a razonar para qué sirve cada parte y qué pasaría si alguna faltase. Pensar y reflexionar en este sentido permite que la información recibida se interiorice de otra forma, y así se deja de lado el aprendizaje tradicional basado en la memorización.
A día de hoy es una metodología muy popular ya que permite al alumnado desarrollar un aprendizaje más consciente, lo que cambia la manera en la que aborda la información que recibe. Los alumnos no sólo se forman para aprender conocimientos y lograr un aprendizaje más profundo que los ayude a retener lo que aprenden, sino que son capaces de convertirse en buenos pensadores y utilizan esta habilidad en el entorno escolar y también en sus experiencias cotidianas a lo largo de su vida.
Para que la aplicación de esta metodología sea eficaz, debe aplicarse en todos los niveles educativos de un centro escolar e implicar a todo el profesorado.
Oportunidades en el aula
Arthur Costa y Bena Kallick, investigadores y fundadores del Instituto ‘Habits of Mind’, tienen como objetivo transformar los centros educativos en comunidades de aprendizaje donde se enseña a pensar y a desarrollar lo que definen como los ‘16 hábitos de la mente’. Entre ellos, se encuentran: manejar la impulsividad, escuchar con comprensión y empatía, crear, imaginar, innovar o responder con asombro y sorpresa.
Un aspecto fundamental del TBL es la metacognición, es decir, pensar sobre el pensamiento. Reside en hacer una especie de reflexión posterior acerca de lo que se ha hecho en el aula con la ayuda de las siguientes preguntas:
¿Qué tipo de pensamiento hemos utilizado?
¿Cómo lo hemos hecho?
¿Ha sido eficiente?
¿Cómo lo harías otra vez?
Otros hábitos a desarrollar según estos expertos son los de ser precisos, cuestionar y plantear problemas, pensar y comunicarse con claridad y precisión, aplicar el conocimiento del pasado a una nueva situación y recopilar datos.
Todas estas destrezas se pueden trabajar mediante el uso frecuente de mapas de pensamiento, el pensamiento visual y los organizadores gráficos, diseñados para organizar tipos de pensamiento en un proceso que acumula información y lleva a una conclusión bien reflexionada y fundamentada.
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Aplicación
Existen herramientas online que facilitan la introducción de esta metodología en el aula. Algunas, por ejemplo, sirven para crear mapas conceptuales y mentales, como las aplicaciones MindNode, MindJet o MindQ, o también soluciones como Gliffy o Thinglink. Estas herramientas resultan útiles pero no son imprescindibles para poner en marcha el TBL en clase. Por ejemplo, el profesor de Filosofía Ramón Besonías, del IES San José (Badajoz), pide a los alumnos que elaboren sus propios apuntes, basándose en información que él mismo les ofrece, de tal modo que tengan que investigar y resolver sus dudas previamente, para, después, presentar los conceptos aprendidos (con mapas visuales) delante del resto de la clase. La ventaja principal, según el docente, es que los alumnos aprenden a expresarse con un lenguaje propio y de forma analítica.
Por su parte, en España hay muchas referencias de centros (como, por ejemplo el Colegio Internacional Lope de Vega en Benidorm) que han apostado por introducir esta metodología en las clases de todos los niveles, desde Educación Infantil hasta Bachillerato. Mantienen que entre los muchos efectos positivos han observado mayor inclusión del alumnado y la eliminación de los estereotipos, pues aseguran que se ajusta a las necesidades individuales de cada estudiante.
Fuente noticiosa: Recursos educativos. https://www.inspiratics.org/es/recursos-educativos/el-aprendizaje-basado-en-el-pensamiento
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